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Aislados, ansiosos y encerrados.
por: Nilda Chiaraviglio

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El Covid-19 y las medidas que se han tomado a nivel mundial para mitigarlo, entre ellas la cuarentena, nos producen ansiedad porque nos hacen tocar nuestra propia muerte. Esta situación nos recuerda que algún día vamos a morir (nosotros y nuestros seres queridos), y si bien vivimos constantemente evadiendo ese hecho, construyendo planes a largo plazo y alimentando mecanismos de seguridad para asegurar nuestra preservación, somos frágiles y no tenemos el control de cuándo, dónde, ni cómo moriremos. Es imposible predecir o asegurar nuestro futuro, eso nos genera incertidumbre y más tarde ansiedad.

Sin embargo, debemos tener en mente que la ansiedad es una emoción más y nosotros mismos la generamos. La ansiedad no se “pesca” allá afuera del colectivo, se genera dentro de nosotros. Si concentramos nuestra atención en la posibilidad de contagio y muerte, se produce en nuestra mente un efecto túnel donde lo único que podemos percibir es el “efecto amenaza”. En este efecto, la dopamina disminuye, es decir, el neurotransmisor que influye en la automotivación, la sensación de bienestar y la activación del efecto - recompensa, se ve perjudicado.

Este aislamiento es esencialmente necesario para proteger al sistema médico de un colapso por falta de recursos. Pero si vivimos el periodo de aislamiento como un encierro donde “no hay nada que hacer”, nuestros estímulos disminuyen y la falta de dopamina nos hace sentir apáticos y aburridos en un principio, posteriormente ansiosos e incluso deprimidos.

Por otra parte, es importante reconocer que la falta de contacto físico efectivamente tiene consecuencias fisiológicas: produce alteraciones en los ritmos del sueño, en las hormonas y sentimos que estamos excluídos de la manada, (en riesgo de sobrevivencia), nos inhibe la capacidad de empatía, (no podemos olvidar que somos individuos sociales), y nos cuesta pensar en otros. También, debemos recordar que el cerebro produce oxitocina, sustancia que fortalece los vínculos de proximidad, la empatía, así como la construcción de relaciones y es un hecho que se puede disminuir su producción durante el encierro.

El objetivo colectivo de esta cuarentena debería ser planificar nuevas alternativas, proyectos para transformar las crisis en oportunidades y estructurar novedosas e inéditas soluciones, re-adaptarnos como seres humanos y hacer consciencia de cómo nos relacionamos con la naturaleza. Sin embargo, en nuestra cultura es frecuente que nos dediquemos a intentar resolver o atacar las consecuencias de los problemas, en vez de sus orígenes. Lo cual nos deja siempre expuestos a que vuelvan a presentarse las mismas dificultades una y otra vez.

Tomando lo anterior en cuenta, ¿qué puedes hacer para mantener la calma y no caer en la ansiedad?

Elige el ejercicio físico que es armónico contigo, al movernos segregamos hormonas como serotonina, endorfinas y dopamina, por lo tanto el ejercicio modifica tu manera de interpretar lo que sucede a tu alrededor.
Integra técnicas de relajación en tu día a día.
Mantén una dieta saludable: cuidar el sistema inmune y digestivo es imperativo. El punto es verdaderamente nutrirnos, no comer papitas y dulces 24/7.
Cuida tus redes afectivas: sentirte querido y sentir que tienes a quien querer le da un sentido adicional a tu vida y cumple con una de las necesidades básicas del Ser Humano, la necesidad de pertenencia.
Cuenta con un protocolo de higiene que tenga como objetivo el cuidado de la piel y el cuerpo, por ejemplo un baño de tina con sal de mar, ya que ésta alcaliniza el cuerpo.
Abre espacios de diversión y cultiva tus inquietudes creativas y espirituales: ¿te llena cocinar o pintar mandalas? Regálate ese momento recreativo y disfrútalo.
Planea un tiempo específico para tu trabajo productivo - laboral.

Otro punto al que pocas veces le prestamos atención y es muy importante cambiar para evitar la ansiedad es cuidar las palabras que usamos, ya que son sumamente poderosas; cambiarlas puede generar neurotransmisores distintos. Otra clave es cuidar nuestra dieta informativa, el exceso de información de cualquier tipo tiene efectos en tu cerebro, por lo que es importante aprender a filtrar la información y evitar la saturación de la misma.

Finalmente, para no volvernos locos es relevante recordar que nuestra realidad se conforma por lo que interpretamos, (a través de nuestra historia de vida), de todo lo que pasa en nuestro entorno. El cerebro produce modelos de realidad para explicar lo que sucede en la vida diaria. Por ello, lo más básico y fundamental que podemos hacer para evitar la ansiedad es asumir la responsabilidad de nuestro bienestar día con día.

Hacernos responsables de nosotros mismos, practicando la auto-observación, entendiendo que no hay emociones buenas o malas, negativas o positivas, simplemente emociones a las que debemos nombrar, abrazar y atender. Es mucho más funcional preguntarnos: ¿para qué me sirve a mí esto que estoy sintiendo? ¿Qué me está informando? ¿Qué tipo de necesidad estoy satisfaciendo? ¿Me siento valioso o estoy pidiendo ayuda? Nadie NO puede necesitar lo que SI necesita. Nuestras emociones son la información del tipo de paradigma que estamos utilizando para diseñar nuestro pensar, nuestro sentir y nuestro actuar. Recordemos esto para poder salir de esta crisis empoderados, saludables y como una mejor versión de nosotros mismos.

“Cuando aprendemos a entender, comprender, aceptar y respetar que es precisamente la incertidumbre la que promueve nuestra evolución como Seres Humanos y que es nuestra mortalidad la que le da sentido a nuestro estar vivo, entonces seremos mucho más asertivos para definir el devenir de la mejor versión de nosotros mismos siempre en constante equilibrio dinámico, es decir, en constante transformación.”

- Nilda Chiaraviglio

La Magia del Caos - Un Podcast de Aislinn Derbez