Suscríbete aquí para ser parte de La Magia del Caos y poder accesar a contenido único y exclusivo para miembros.

Nombre:

Correo electrónico:

El impacto que tiene desenredar el caos en tu sistema familiar.
por: Aislinn Derbez

comparte:

En esta primera temporada del podcast quise invitar gente que a mi me ha transformado y me ha cambiado la vida, por eso le pedí a Marisa Artigas que viniera a compartirnos un poco de su sabiduría. Marisa es psicoterapeuta corporal, especialista en intervención en crisis, traumatóloga de campo y terapeuta sistémica familiar. Yo la conocí porque un amigo me recomendó sus terapias y cuando hice mi primera constelación (terapia de revisión de un sistema familiar) con ella experimenté al día siguiente lo que ella denomina como “crisis curativa”, es decir, me enfermé y vomite todo el día siguiente por la cantidad de asuntos internos que la constelación removió.

La verdad es que estamos acostumbrados a escuchar únicamente sobre “genética corporal”, es decir, los rasgos físicos y biológicos que hemos heredado de nuestros ancestros, como por ejemplo la tendencia a desarrollar una enfermedad o el color de cabello de tu abuela que heredaste; sin embargo, vivimos en una sociedad que no presta la misma atención a la transferencia transgeneracional e intergeneracional del conjunto de creencias y formas de nuestros ancestros que no han sido resueltas. Las cuales afectan nuestra existencia ya que las heredamos de manera inconsciente y en muchas ocasiones las repetimos. Por ello, platiqué en este capítulo con Marisa sobre la importancia y el impacto que revisar nuestro sistema familiar puede tener en nuestras vidas.

Marisa se formó como terapeuta corporal y considera que el cuerpo es la antena poderosa que cada uno de nosotros como seres humanos tenemos para poder manifestar lo que queremos y aprender de nuestra propia historia. De acuerdo con ella, el ADN de los seres humanos no sólo abarca lo físico, sino que incluye características emocionales y lo que ella denomina como “improntas”, es decir, la serie de creencias que tiene el sistema familiar que nadie se ha detenido a cuestionar, lo que no está resuelto, las creencias ancestrales; por ejemplo, la idea que tenemos enraizada los mexicanos de que los ojos o cabello claros son más “bonitos” o antiguamente la concepción de que “ir a terapia es de locos”. Por lo cual, toda la información que nos conforma necesita ser revisada, procesada y asimilada por nosotros para realmente tener consciencia de quiénes somos y recobrar nuestra autonomía.

Pero ¿cómo analizamos todo eso? Marisa nos compartió las bases de las constelaciones, es decir, la terapia que ella lleva a cabo para revisar lo anterior. Éstas consisten en revisar tu sistema familiar a fondo y hacer conscientes las herramientas que hoy nos pueden iluminar el camino; es decir, en las constelaciones se revisa bajo qué condiciones fuiste concebido, qué ocurrió en tu sistema familiar cuando naciste, desde qué lugar geográfico proviene tu gente, dónde creciste tú y explora a tus ancestros. Este tipo de terapias no se basan en lo que las personas le “dicen” solamente, ya que que para ella eso significaría quedarse en el nivel de la personalidad, (en el: “ella me dijo” y “él me hizo”), y todos tenemos una narrativa muy sabida, muy contada, muy practicada e inclusive re-traumatizante. Marisa trata de descifrar el organismo vivo que tiene enfrente en sus terapias y explorar los ideales de vida, paz y sistema familiar que hay detrás.

Marisa sostiene que situaciones específicas como nacer (en términos de fechas) posterior a una pérdida importante de algún miembro del sistema familiar o ser descendientes de personas que tuvieron que migrar de manera forzosa, puede ser información medular para comprender los conflictos presentes a nivel de alma de una determinada persona. Aquí es importante destacar que para Marisa el alma si se encuentra dentro del cuerpo y es el vínculo o filtro entre el organismo vivo que somos y algo más grande, (Dios en las religiones o un campo de energía grande). Ella nos explicó que en este tipo de terapia se utilizan los términos “la gran alma” o “el gran espíritu”, sin embargo, a mi me encanta llamarlo “la divinidad que está dentro de nosotros” y creo que es fundamental el que coloquemos este concepto dentro de nosotros y no afuera.

También, Marisa abordó un par de temas escabrosos y complejos: nos explicó que existen dinámicas ocultas en el sistema familiar y que nosotros intentamos constantemente sostenerlas para preservar nuestra propia vida. Y en este concepto, con “nuestra propia vida”, ella se refiere a “papá y mamá”. Por lo cual estamos todo el tiempo jugando roles de tratar de rescatar a papá o mamá de temas no resueltos de ellos y que quizá, ni siquiera se originaron con ellos, sino que vienen de más atrás (de sus ancestros). Tomando roles equivocados a nivel energético, como por ejemplo: actuar el papel de la madre o padre de nuestros propios padres u ocupar el lugar y responsabilidades de contención que le corresponderían a las respectivas parejas de nuestros padres; todo esto con la intención de cuidarlos y protegerlos. Sin tener en cuenta que en los sistemas familiares existen tres leyes que promueven la sanidad de éstos: el orden y jerarquía (lo cual implica ocupar tu orden y tu silla correcta en la mesa del sistema familiar), el equilibrio entre dar y tomar (que opera en todo vínculo horizontal y vertical) y el derecho de pertenencia.

Ahora, eso de jugar roles equivocados también sucede en la pareja. Marisa sostiene que las parejas no se arman porque si, nadie está con nadie por error, siempre encuentras a tu lado a una persona que tiene que ver con tu propia historia. Y muchas veces elegimos pareja desde nuestro infante, porque un amor crecido difícilmente hoy se puede encontrar. Cuando llegamos a la pareja, llegamos con ese infante que tiene temas por resolver y que, eventualmente, está esperando que la pareja sea quien se los resuelva. Por ejemplo, si “no te miraron”, te casas con el que “no mira”. Y la gran pregunta es: ¿tú te miras? Porque si tú te miras, entonces no necesitas del otro y no estás en esa postura absorbente de “dame” y “lléname”.

Hablamos también de la importancia de vernos y querernos a nosotros mismos. En todas partes nos dicen “quiérete”, pero como bien señala Marisa: ¿cómo carambas nos vamos a querer a nosotros mismos si tenemos una neurored de memoria en la que están almacenadas etiquetas de “eres tonta”, “la gorda”, “el flaco”, “el inútil” que nuestra mamá, papá, el novio, nuestros hermanos o la maestra nos impusieron y nosotros hemos comprado? Es imposible, en ese escenario no tenemos ninguna herramienta para querernos a nosotros mismos. Por lo cual, una de las cosas que mayor sanidad proporciona a los seres humanos es empezar a validar nuestros sentimientos (aunque sean dolorosos). Ya que la negación, aunada a algún evento traumático deriva en los famosos ataques de pánico (que francamente son un infierno). Para Marisa detrás de cada ataque de pánico hay un pensamiento recurrente y una memoria traumática importante para la persona. Y como la información que recibimos afuera es bidireccional y nos condiciona a que sólo “si somos de cierta manera” o “hacemos las cosas de cierta manera” estamos del lado del bien, es muy peligroso dejarse llevar (por nuestro sistema familiar, amigos o conocidos) sin registrar qué estamos sintiendo y permitirnos sentirlo, (para analizarlo posteriormente). Nuestra generación fue educada para reprimir las emociones y no sentir, pero si nosotros no exploramos y aceptamos cómo funciona nuestro organismo y sus respectivos mecanismos, éste nos va a ganar y vamos a convertirnos en una bomba de tiempo a punto de explotar.

Nuestros hijos requieren de padres crecidos, es decir, de una madre y un padre individualmente crecidos. De acuerdo con Marisa, los niños se convierten en un síntoma de lo que esté ocurriendo en su árbol familiar, si papá o mamá están viviéndose plenos, el niño no tiene porque vivir en un estado alterado. Los niños no son muebles y si queremos seres humanos que estén en contacto con sus emociones y resuelvan sus conflictos, tenemos que dejar de educarlos como modelitos antiguos. ¡Los niños necesitan desarrollar el gusto por conocerse y aprender! A nivel personal, creo que eso justamente debería ser una prioridad en la educación escolar. Pienso que necesitamos permitirles a nuestros hijos conocerse a sí mismos a través de sus decisiones (obviamente con amor, límites y contención acorde a su edad). En mi experiencia, a mi hija de dos años (que todavía es miniatura) yo le ofrezco opciones y ella va construyéndose a través de ellas; por ejemplo, le ofrezco carne (aunque yo no la consumo) porque quiero que ella pueda elegir por sí misma si la quiere comer o no y no hay poder humano que haga que se la coma y he llegado a la conclusión de que si sus padres la vemos sana y su pediatra la ve también sana, su decisión está bien. Y creo que eso es una lección muy importante: no podemos intentar controlar a nuestros hijos de la misma manera en que nos controlaron a nosotros, en función de la corriente educativa que reinaba, porque simplemente crearemos seres humanos con los mismos complejos y problemas. Sin mencionar que si yo le impongo algo a mi hija y le meto en la cabeza que sus elecciones son erróneas, ella en consecuencia va a dudar de sí misma y va a dejar de intentar conocerse y explorar.

Ahora, aún sabiendo lo anterior, yo creo que muchas veces no estamos dispuestos a pagar el precio de impulsar cambios y obtener lo que realmente queremos, porque eso implica perder muchas cosas de lo que en este momento tenemos, perder la comodidad. Y ahí Marisa concordó conmigo, es mucho más cómodo sostener el sufrimiento que buscar una solución. Ya que buscar una solución nos supone movimiento y eso da agruras. Para explicar esto dijo una frase que me encantó:

“Si quiero obtener lo que nadie tiene, tengo que hacer lo que nadie hace.”

En conclusión, hay que recordar que todo eso que no resolvieron nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros ancestros antes de ellos, tiene una fuerte tendencia a volver a presentarse debido a que no se resolvió en su oportunidad en el tiempo. Y eso implica que nosotros, las nuevas generaciones, muchas veces ni siquiera sabemos realmente con qué nos toca lidiar. No solamente nos toca lidiar con nuestra infancia, que de por sí es difícil, sino que cargamos con asuntos no resueltos de generaciones pasadas y es nuestra decisión si confrontamos y acomodamos esto en su respectivo cajón o le permitimos continuar alterando nuestra vida.

¿Tú qué camino quieres tomar?

En caso de que quieras contactar o seguir el trabajo de Marisa, te dejo sus datos:

MARISA ARTIGAS DÍAZ
Terapeuta corporal en Core Energetics y Consteladora Familiar.
santehumaine@gmail.com
@marisaartigasdiaz
Marisa Artigas Díaz- Contelaciones Familiares & su Core.

La Magia del Caos - Un Podcast de Aislinn Derbez